Cómo encontré mi estilo (y por qué no necesitas tener todo claro para empezar)

Durante mucho tiempo pensé que “encontrar mi estilo” era como una gran revelación. Tipo una escena de película, con música épica de fondo y un antes y un después. Pero no fue así. En realidad, fue algo más silencioso, más cotidiano. Me fui dando cuenta poco a poco, entre errores, intuiciones y cosas que simplemente me gustaban.

Lo más importante, creo yo, fue empezar a hacer lo que a mí me provocaba. El día que dejé de maquillar para complacer a los demás o para copiar lo que ya estaba hecho, empecé a disfrutar de verdad. Y algo curioso pasó: cuando yo empecé a disfrutar, la gente también empezó a disfrutar de mi trabajo.
Ojo, no es que ya no me compare o que no tenga inseguridades (las tengo, y varias), pero ahora tengo una voz interna que me devuelve al centro. Esa voz que me dice: “tranqui, tú sigue, ya fue”. Me ayuda a no pelearme mentalmente con gente que ni sabe que existo.

Una de las cosas que más repito en clase es:
"Créetela. Si tú te la crees, los demás también se la creen."
Y es real. No se trata de creerse el más capo del planeta, sino de confiar en lo que estás haciendo. Si estás creando algo que te gusta, entonces ya estás en el camino.
Claro que hay días en los que todo me parece una porquería. Pero también hay que aprender a ser amables con uno mismo.

Mi estilo, si tuviera que definirlo hoy, es como un licuado de todo lo que me obsesiona: lo místico, lo raro, lo creepy, lo mágico, a veces un poco cute y onírico. Ciencia ficción, cómics, terror, fantasía, cultura pop... todo eso se mezcla. No tiene una forma exacta, pero tiene una vibra, una energía que siento cuando aparece.

Y no siempre aparece en el mismo momento. A veces surge en la conversa previa, otras cuando estoy bocetando, y muchas veces mientras ya estoy en pleno maquillaje. Y a veces vuelve a aparecer en medio del proceso, como si me dijera: “oye, por acá es”.

Ahora, sobre los errores…
Mira, el error es lo mejor que te puede pasar (te lo digo a ti y me lo digo a mi). Aunque nos enseñaron a tenerles miedo, a evitarlos, a tratar de que todo salga perfecto a la primera, la verdad es que de los errores se aprende más que de cualquier tutorial.

Hace poco, por ejemplo, hice unas prótesis para un curso en Colombia y los bordes me salieron horribles ( bueno, yo los vi así, porque soy bien exigente). Pero eso me obligó a encontrar otra forma de corregirlos, y al final, quedaron super bien. Nadie notó nada. Pero yo sí. Y eso me cambió la forma en la que trabajo.
Ese error terminó mejorando mi técnica, mi estilo y mi enseñanza.
Y claro, no quiero que me pase siempre, pero cuando pase, ya sé qué hacer.

Así que si estás ahí, bloqueado o con la sensación de que no tienes nada especial que aportar, te entiendo. Pero te voy a decir algo que me repito seguido:
Sí, todo ya está hecho. Pero tú no lo has hecho.
Solo tú piensas como tú. Solo tú puedes mezclar tus gustos, tus referencias, tus emociones de la forma en que lo haces. No tienes que inventar la pólvora. Solo tienes que hacer que esa pólvora tenga tu chispa.

Entonces no te mates buscando “tu estilo” como si fuera algo que aparece de la nada. Mejor constrúyelo. Como se construyen las cosas de verdad: probando, fallando, aprendiendo y disfrutando.

¿Qué te gustaría mezclar en tu estilo que aún no te has atrevido a probar? ¿Y si en vez de buscar algo perfecto, empiezas a buscar algo que sea tuyo?

No te quieres perder de nada?

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